martes, 5 de julio de 2011

Primeras 24 horas en Polonia

Ya estamos aquí, en Polonia. La verdad es que con todo el ajetreo de la mudanza no me había mentalizado para nada con el tema de viajar. De pronto te metes en el pajaro de acero, y cuando te das cuenta estas en una terminal y tras las paredes hay todo un pais por descubrir.

La experiencie dota de inercia, y ya me sé el protocolo de buscar el puesto de información para coger el mapa gratuito, preguntar por la distancia al centro (ver si compensa el precio del transporte o si hay tasa revolucionaria de aeropuerto), cambiar el minimo de moneda (1 euro) y coger el autobus. Realmente las ventanillas de "cambio" de los aeropuertos sí que son de las de tasa revolucionaria.

En el avión conocí a otros turistas españoles, y regalé algunos de mis papelitos de aprendizaje de polaco que ya había aprendido. Luego la ciudad tira sin que te des cuenta de cada uno por su propio lado. Y así llegue a Poznan. Y ahí el gran Maciej (couchsurfing) y sus amigos me llevaron a cenar, a charlar y a dormir. Todo muy entrañable.

Este mañana, Karol, su compañero de piso, me dejó en un buen punto de autostop. Una hora después el pulgar empezaba a pedir clemencia, pero justo cuando empezaba a desesperarme, un simpático señor paró. Y como tengo muchisima potra, resulta que va hasta Oszltyn (o como se escriba), mitad de camino a Vilnius. En Torun, mirad de camino a Oszltyn, el amable caballero me ha dicho que iba a parar unas horas a ayudar a su tía a montar un armario. Así que yo me he venido a la plaza central, con edificios espectaculares, su propia torre torcida, y un castillo de caballeros teutones.

Sigo avanzando rumbo a Vilnius.

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